Tres del fin de semana:
1) Sábado al mediodía. Me escribe mi pareja que está en el subte -línea A- y que se subió al mismo vagón que ella un grupo de seis “celestes” que iban al acto a favor de las “dos vidas”. Los “celestes” notaron que mi pareja lleva siempre un pañuelo verde atado a la cartera y la empezaron a insultar, con cada vez más violencia. Una estación después, mi pareja termina cambiándose de vagón para que no la sigan insultando.
2) Sábado a la tarde. Por casualidad paso con el auto por el acto de las “dos vidas” en Plaza Francia. Freno en el semáforo y bajo el vidrio para escuchar los discursos. Escucho a una mujer hablar de “delincuentes abortistas” y a un hombre usar la palabra “anti-argentinos” para referirse a los que están a favor de la legalización del aborto.
3) Domingo a la tarde, aniversario del golpe militar de 1976. No suelo prestarle mucha atención a las redes pero, aburrido, me meto un rato en Twitter. Leo a algunos amigos y a algunas amigas que hicieron tuits alegóricos a al aniversario del golpe y recibieron respuestas insultantes de parte apologistas del terrorismo de Estado, que defendían a la dictadura y mezclaban a los Montoneros y al ERP con el aborto legal y -cuándo no- con “los judíos”, que no pueden faltar en cualquier conspiración de derecha.
Otrosí:
Domingo a la noche. Releo a Tabucchi. Busco, en Sostiene Pereira, un párrafo que desde ayer me suena en la cabeza. Lo encuentro en la página 13 (la yeta) de la edición de Anagrama:
“Pereira comenzó a sudar, porque pensó de nuevo en la muerte. Y pensó: Esta ciudad apesta a muerte, toda Europa apesta a muerte. Era el veinticinco de julio de mil novecientos treinta y ocho y Lisboa refulgía en el azul de la brisa atlántica.”